sábado, septiembre 26, 2009

ADIÓS. PARA LOS ESPAÑOLES DE ANIAK.










Al Kuskokwim le debo un montón de recuerdos y de sensaciones, así que me pareció de justicia tomarme mi tiempo para despedirme del río y también de Aniak. Con Randi dando saltos de alegría a nuestro lado, decidimos ir paseando para disfrutar con más intensidad las últimas horas que nos quedaban en este lugar que ahora ya forma parte de nuestras vidas y tiene un huequito en nuestros corazones.

El río fue el motor de este viaje hasta Alaska, la última frontera como se conoce popularmente. En mi interior, los sentimientos se barajaban de manera descontrolada. Es complicado aclarar las ideas cuando las sensaciones florecen, pero puedo decir que estoy muy agradecida a este río que me ha dado tantas oportunidades. La primera, el viaje en sí. También la ocasión de disfrutar y conocer a la pequeña comunidad española de Aniak con sólo tres componentes: David, Miriam y Naím. Me ha regalado escenas maravillosas como el arco iris reflejado en la superficie, el traqueteo de la lancha al deslizarse a toda velocidad sobre sus aguas, la oportunidad de descubrir que no tengo ni idea de pescar y que me moriría de hambre si de ello dependiera mi vida, la comida. Le agradezco cada salmón, y a los salmones también les doy las gracias por darme su vida para mantener en marcha la mía.

Así que, aquella última tarde y por primera vez después de un mes allí, me armé de valor y disfruté del chapoteo de mis pies sumergidos dentro de la gélida agua, que cortaba la respiración, os lo aseguro. Sentía una sensación extraña que me es complicado explicar, pero es lo que se siente cuando empiezas a coger cariño a un sitio y tomas conciencia de que es muy probable que no vuelvas allí nunca más.

También contribuyó a mi sensiblería, Randi, quien cada noche se hubiera jugado la vida por nosotros si hubiera sido necesario. A mí, que me dan miedo los perros y suelo admirarlos desde lejos...pues ya veis, consiguió ser la excepción.

El río me transmitía paz. Era un bálsamo para el alma agitada, acallaba mis pensamientos, me calmaba con su música melodiosa.

Amaneció de nuevo en Aniak. Casi de un modo automático, recogimos los trastos de la tienda, terminamos de preparar las maletas, nos sentamos a ver pasar el tiempo, y miramos a nuestro alrededor por última vez antes de montar los cinco en el quad y partir hacía el aeropuerto.

En la sala de espera sentí de nuevo el mismo silencio que percibí cuando llegamos. Un documental de osos en la tele y Naím haciendo mil preguntas. Llovía. No sabía muy bien que era lo que se movía en mi interior, un poco de confusión quizás, el alma adormecida, un muro de defensa para no pensar, porque no me gustan las despedidas, así que, cuando nos llamaron para que subiéramos al avión, nos dijimos adiós un poco acelerados, besos, abrazos y salimos escopeteados con una sonrisa en los labios. Todo iba bien hasta que me giré y ví a Naím pegado al cristal de la ventana, rompiendo a llorar mientras nos llamaba y ¡plof!, ya tuvimos el lío montado. Subí al avión hecha un mar de lágrimas, de golpe y porrazo la mente en blanco cambió de trayectoria y desencadenó un torrente de imágenes, de recuerdos, de sensaciones, y ya no tuve consuelo hasta que estuvimos bien lejos de Aniak. Fui consciente de lo que había crecido, aprendido y vivido en un mes trabajando como voluntaria en la Alaska rural. De que me iba de allí sintiéndome enormemente afortunada e inmensamente agradecida.

Despegó el avión y me despedí de cada casa que veía a través de la pequeña ventana, el lodge, el super, la oficina de correos, el río...y mientras, abajo, en el dique, tres españoles daban gritos y saltos intentando ser vistos desde las nubes, sin saber que, allá en las alturas, ocupaban en ese momento nuestra mente y nuestro corazón.


"No se ponga triste ante una despedida. Una despedida es necesaria para volver a reencontrarse. Y un reencuentro, después de un momento o después de toda una vida, es algo inevitable si somos amigos de verdad".

Os esperamos aquí con los brazos abiertos.

4 comentarios:

fermin dijo...

...Una despedida es necesaria para volver a reencontrarse. Y un reencuentro, después de un momento o después de toda una vida, es algo inevitable si somos amigos de verdad"...
Me guardo esta frase. A mi, que tampoco me gustan las despedidas, creo que me servirá de mucho recordarla.
Gracias a ti, por dejarme participar un poco de esta maravillosa aventura vuestra.
Saludos.

Lorena dijo...

Fermin: Y a ti por seguirla. No he terminado, no te creas que te libras tan fácil de mi, jajajajaja...me quedan otros cuatro o cinco post más y ya os doy la tabarra con otra cosa. Besotes Fermín.
Pd: A ratitos entro en el blog tocayo del mio. Está muy chuli.

Meiga en Alaska dijo...

Chica, me has hecho llorar... cierto es que soy de lágrima fácil, pero eso no quita la emoción. Fue una delicia teneros aquí y créeme, aprendimos mucho de vosotros también. Cosas que nos ayudarán en el día a día...

Un beso enorme y nos vemos pronto, ya en Cuenca o en Castellón o donde sea.

Lorena dijo...

Meiga: Pues yo ya tengo mis dudas de cómo soy porque cuando tengo que llorar, no lloro y cuando no tengo que llorar, lloro, jajajajaja, estoy totalmente imprevisible.
Esta mañana, mientras escribía el post ya me notaba sensiblona, y cuando se lo leía a Pedro en voz alta no podía...y no entendía muy bien porqué,pero me venía de golpe todo lo vivido, y como lo he vivido con mucha intensidad, será eso...que se me ponen las emociones a flor de piel. Bueno, esto ya está casi. Disfrutar mucho lo que os queda por ahí, en serio, pese a que sea duro y el ambiente no sea el mejor. Agarraros a las pequeñas cosas maravillosas que os ofrece cada día, el cielo ese tan bonito, el sonido del río congelándose, la vegetación que veis a través de la ventana...que después en el recuerdo da morriña, pese a todo. Disfrutarlo mucho, como si cada día fuera el último. Muchos besines!!!!!y hasta pronto, donde sea que nos encontremos, que al final es lo de menos.